Síntomas de los aneurismas cerebrales

Síntomas de los aneurismas cerebrales

El aneurisma es un abultamiento que se forma cuando un sector de la pared de una vena o arteria se debilita. Cuando la dilatación se presenta en un vaso sanguíneo del cerebro, se llama aneurisma cerebral o intracraneal.

Cuando el vaso sanguíneo se rompe y sangra, generando lo que los neurocirujanos denominamos una hemorragia subaracnoidea, las células del cerebro comienzan a morir, en término de minutos.

Aunque la mayoría de los aneurismas cerebrales no se rompen, no causan problemas de salud y no presentan síntomas, la ruptura de un aneurisma se convierte en un riesgo para la vida y demanda atención médica inmediata.

Un porcentaje considerable de personas que la padecen fallecen en el momento o quedan con un déficit neurológico persistente.

Sin embargo, la atención y tratamiento tempranos de un paciente con ruptura de un aneurisma y el manejo de las complicaciones asociadas, como la hidrocefalia, y la prevención de la isquemia cerebral, nos permiten lograr mejores resultados funcionales.

Síntomas

El síntoma más notable de la ruptura de un aneurisma es la aparición de un dolor de cabeza repentino e insoportable. El intenso dolor de cabeza suele llegar acompañado por otros síntomas, como:

  • Náuseas y vómitos
  • Rigidez en el cuello
  • Visión borrosa o doble
  • Sensibilidad a la luz
  • Convulsiones
  • Caída del párpado
  • Pérdida del conocimiento
  • Confusión

Cuando un aneurisma es pequeño, y no se rompe, el paciente no percibe síntomas, pero si el abultamiento crece, puede presionar los tejidos y los nervios del cerebro, causando dolor arriba y detrás de un ojo, la dilatación de una pupila, visión doble o entumecimiento de un lado de la cara.

Factores de riesgo

Algunas circunstancias asociadas como la edad avanzada, el tabaquismo, la hipertensión, el abuso de drogas y el consumo abusivo de alcohol, pueden favorecer la aparición de aneurismas.

También deben considerarse, entre los factores de riesgo, una lesión en la cabeza, ciertas infecciones de la sangre y trastornos presentes en el nacimiento, como el síndrome de Ehlers-Danlos, una enfermedad renal poliquística, una malformación arteriovenosa cerebral o antecedentes familiares de aneurisma cerebral.

Para el diagnóstico, los neurocirujanos utilizamos la tomografía, un análisis del líquido cefalorraquídeo, imágenes por resonancia magnética o una angiografía cerebral.

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